jueves, 3 de diciembre de 2015

¡Qué nos gusta un salseo!



¡Buenos días Cancanos! Como todos los jueves, hoy os presentamos un relato distinto, cargado de emociones, misterios y un punto de erotismo. ¿Os lo vais a perder?

______________________________________

Mmm… ¿Por dónde empiezo? Me llamo Alexis. Soy de esa clase de personas que, aunque odie llamar la atención de los demás, lo hace. Y mira que intento evitarlo pero resulta casi un ‘don’ innato. Digo eso porque mi estilo y presencia resultan un poco… ¿Llamativos? (por decirlo de alguna forma) ya que mi belleza es más bien androgénica: Piel muy blanca, color de ojos azul cristal, cabello alborotado con flequillo que, gracias a mi fantástica peluquera, es de color rubio platino rozando el blanco y ¿Qué pasa con mi cuerpo? Pues que se caracteriza por su extrema delgadez. Entre nosotros, yo lo apodo “desnutrido”, aunque no soy anoréxico ni nada por el estilo. Como mucho y no engordo, supongo que será una virtud. A todo esto súmale que, a la edad de 21 años aun no me ha crecido la barba. No tengo ni pelos en la cara ni en apenas ninguna otra parte del cuerpo, así que podréis adivinar dónde…En fin, ¡Que me voy por las ramas!


chicorelatoentiendesblog


El día de mañana marcará un antes y un después en mi vida, ya que por primera vez desde que tengo conciencia, veré la cara de mi hermano gemelo… ¡No me lo creo! Sé que todo esto suena a película. A “Tú a Londres y yo a California” por ejemplo, pero así es mi vida, un auténtico drama.
En resumidas cuentas, mi madre y la persona que la dejó embarazada tuvieron un amor muy intenso pero a la vez fugaz. Se conocieron a los diecisiete años, medio año después se casaron y nueve meses después nacimos mi hermano y yo. Cuando apenas teníamos un mes de vida, mis progenitores decidieron separarse. Separándome a la vez de mi gemelo. De esta manera: yo me quedé en Barcelona con mamá y mi hermano se fue a Canarias con la persona que, amablemente, prestó sus espermatozoides para darnos la vida.  

Habréis notado como hablo de mi “padre” con cierta resignación. Quizás sea porque durante estos 21 años he estado esperando, al menos, una llamada telefónica para saber cómo estoy. Pero eso nunca ha sucedido. Es por eso que, cuando mamá me contó que su ex marido se había puesto en contacto con ella para poder reunirnos los cuatro y vernos, me costó horrores contestarle que sí. Tan solo lo hice para conocer a mi gemelo… ¡Tengo tantas cosas que contarle! ¿Se tomará bien que su hermano gemelo, o sea yo, sea gay? ¿Lo será él también? Y pensar que mañana a estas horas ya estarán en el aeropuerto de Canarias esperando su avión para llegar a aquí… ¡Aish!

Como cada viernes, es sagrado salir con toda la pandi a Fortuna, una de las discotecas de ambiente más grande de Barcelona. En verdad, he pensado mucho en si salir o quedarme en casa descansando para estar mínimamente presentable cuando me vea mi hermano. Pero… ¿Para qué estar en casa nervioso y sin poder dormir, cuando puedo emborracharme y evadir esos nervios?

TRES HORAS DESPUÉS…

Allí me encontraba yo, borracho como una cuba y observando como las putas de mis amigos ligaban todos. Todos ligando menos yo… Alcé la vista para buscar la barra. Estaba aturdido. Y me gustaba estarlo. En este estado no pensaba en nada, ni me sentía mal conmigo mismo. En verdad, siempre he tenido mil y un complejos, aunque a veces parezca que me creo una diva; pura fachada.

Decidí avanzar a paso lento hacia el camarero para pedirle una copa más, esquivando como podía a todas las musculocas, reinonas, osos y demás. Cuando estaba a punto de llegar a mi objetivo, topé con un chico que no aceptó mis balbuceadas disculpas, empujándome hacia atrás y gritando: “¡No me empujes puto saco de huesos!” Y en ese momento vi una sombra corpulenta cogiendo al chico que me había agredido del cuello y lanzándole bruscamente al suelo. Cuando me quise recomponer, me encontraba en el baño, con la cabeza empapada de agua y sentí como una mirada felina fijaba sus ojos en mí. Era el chico que me defendió.

“Gracias por defenderme” contesté vergonzosamente y sin mirarle directamente a los ojos. “De nada rubia” me dijo con sonrisa traviesa. Siguió hablando: “¿No crees que ya habías bebido suficiente como para ir a pedir una copa más, creo que cinco TGV con Blue Tropics son bastantes, no?” Agregó rápidamente. “Pues… ¡¿Oye cómo sabes lo que he bebido!? A caso me estabas espi…” Sin dejar que acabara la frase, contestó: “Espiaba, sí, te estaba espiando pequeño” y me miró con ojos vivos y mordiéndose el labio superior. Cuando me di cuenta, ya estaba dentro del cubículo del lavabo comiéndole la boca a ese chico. Para ser sinceros, no soy de los típicos que me enrollo con un chaval sin conocerlo de nada en una noche, pero ese chico me ponía demasiado.

Era mi prototipo ideal: Morenazo, brazos adornados por decenas de tatuajes, ojos de color azul muy bonito, se parecían mucho a los míos, cabello: negro como el carbón, despuntado, cortito de delante y justo encima del cogote le colgaban unas cuentas trenzas que le daban un toque aun más interesante. Gracias a Dios, el chico era alto (lo que hacía que a mi lado no quedase como un tapón [mido 1.80]) cara muy bella, tenía facciones faciales femeninas pero sus cejas sin depilar, el corte que tenía en una de ellas y el piercieng en el labio inferior, lo hacían mucho más rudo. Además, ¡Tenía un cuerpazo de escándalo! Se notaba a leguas que ese cuerpo escultural iba constantemente al gimnasio.          

Despegué sus labios de los míos cuando me di cuenta que deberían ser las tantas de la noche  “¡Joder! Y yo tenía pensado ir a dormir temprano, que mañana llega mi hermano!" Pensé por mí mismo. Miré la hora y vi que era tardísimo, en diez minutos cerraban la discoteca y mis amigos seguramente estarían buscándome y preocupados, puesto que yo nunca desaparezco de la discoteca. Busqué mi teléfono móvil como un loco y en ese momento, el chico me dijo: “¿Buscas esto?” y señaló su bolsillo que tenía forma de teléfono. Le contesté: “¡Qué haces con mi móvil! ¿¡A caso me querías robar imbécil!? Sonrío y me dijo: “Se te ha caído al suelo cuando el subnormal ese te ha empujado, como ibas tan tocado ni te habías dado cuenta… “Ah, pues gracias en serio…” Dije ruborizado. “Oye una pregunta… ¿Por qué me has defendido de ese chico? Y… ¿Por qué me has estado observando durante la noche?” Se hizo el silencio. Al cabo de unos instantes, respondió: “¿Y tú qué crees?” Y me cogió de la nuca empujándome hacia él para juntar de nuevo nuestras bocas. Rápidamente cogió mi mano y la condujo hasta su barriga, ¡Joder, nunca en mi vida había tocado unos abdominales como esos! Mientras nos comíamos la boca le iba acariciando con la yema de los dedos sus cuadraditos, hasta que bruscamente, me agarró del pantalón y me empujó contra su pelvis. Empecé a temblar. Estaba muy nervioso porque nunca había tenido sexo en un cuarto de baño y menos en la discoteca que voy todos los viernes dónde todo el mundo me conoce. En ese momento me tenía agarrado por la parte trasera de mis vaqueros y notó como mi cuerpo empezaba a temblar. “No te preocupes, tranquilízate que conmigo está todo bien, ¿Ok?” Y cogió otra vez mi mano, pero esta vez la colocó encima del bulto que presionaba fuertemente sus tejanos. Me dejé llevar. Disfruté como un niño. Nunca antes había tenido tanta complejidad con otra persona en cuanto a hacer el amor, siempre me había dado vergüenza mostrar mi cuerpo al desnudo. Pero esta vez no fue así. Quizás porque el chico no paraba de susurrarme al oído “Bfff me pones malo, ¡Me encantas!” mientras gruñía al penetrarme bruscamente. Y eso hacía que me sintiera más cómodo conmigo mismo, supongo.

Allí me encontraba yo, montado en el coche del chico que me había echo el amor, diciéndole qué calles tenía que tomar para llevarme a casa. En el móvil tenía como 40 llamadas perdidas y 200 WhatsApp de mis amigos. Les contesté por el grupo que teníamos: “Estoy bien y de camino a casa, mañana os cuento.” Cuando llegué a mi calle, le dije: “Bueno pues esta es mi casa… O-o-oye (me temblaba la voz) ¿Qué te parece si nos damos nuestros números de teléfono?” A eso me respondió: “Bueno, no te preocupes, que en nada nos veremos…” Y me guiñó un ojo. Me quedé anonadado, y en ese momento me pasaron mil cosas por la cabeza “¿Será que solo me quería para un polvo?” “Seguro que no le habré gustado y sólo quería follar” y de golpe todos esos pensamientos se rompieron cuando agregó: “Mañana nos conoceremos mejor, ya verás! ¡Ufff qué alivio! Pensé, al menos quiere quedar de nuevo. Le contesté rápidamente: “¡Mañana no puedo quedar, tengo un compromiso!” y contestó: “Lo sé, por eso lo digo” Me comió la boca bruscamente y bajé del coche. Me quedé perplejo, no entendía nada de lo que me había dicho, ¿Se estaba quedando conmigo?

 CONTINUARÁ…

______________________________________

  
¿A qué se refiere el chico? ¿Querrá quedar con él? ¿Conocerá Alexis a su hermano gemelo? 

¡Todas estas preguntas serán resueltas el próximo jueves! Solo os podemos adelantar una cosa… Este relato, ¡No os dejará indiferentes!
      
Esperemos que os haya gustado el relato de la semana chicos, ¡Mañana volvemos con más y mejor!   

Besis.


M.  
Fuente imagen: Flickr

No hay comentarios:

Publicar un comentario